Estar aquí dentro te hace cambiar la perspectiva de muchas cosas. La otra vez que estuvimos ingresadas estuvimos también aisladas, por la Gripe A, y no me enteré de lo que pasaba a mi alrededor. Esta vez la cruda realidad te pega en la cara cada vez que te asomas al pasillo o miras a tu lado.
Es cierto que a cada uno le duele lo suyo, aunque sea un padrastro en un dedo; es tu dolor y es el peor, siempre. Pero cuando ves las tragedias que vive mucha gente.... te da hasta vergüenza expresar tu preocupación y tu dolor. Estamos en una planta en la que los niños, en su mayoría, padecen problemas neurológicos o que necesitan de neurocirugía, como mi hija. Pero lo de mi hija es una sandez si miro lo que les pasa a los niños aquí ingresados.
Desde luego, la cura de humildad y la lección de ánimo y valentía me las llevo puestas.
Ayer por la tarde estuve charlando con uno de los niños ingresados. Tiene 9 años y es marroquí. Su madre le acompaña continuamente, con una dulzura y una discrección infinitas. Hamza (así se llama aunque no sé como se escribe) me contó su historia, con naturalidad y entereza.
Nació en Marruecos, penúltimo de 7 hermanos. Con 2 meses se vinieron a España y con 6 empezó a tener problemas de riñón. 13 operaciones despues su riñón quedó bien y no volvió a tener problemas. Fue entonces cuando empezaron a tratarle el problema de su colomna, que no crecía por igual y le hacía crecer torcido (retorcido más bien). De columna va por la 5ª operación. En total en sus 9 cortos años de vida ha pasado 18 veces por el quirófano. Sencillamente impresionante.
Se interesó por mi hija, se preguntaba como era posible que la niña fuese china y sus padres no. Le conté la historia de mi hija y la de su adopción. Me escuchaba con atención, mirando con dulzura de vez en cuando a Xiao. Cuando acabé de contarle me dejó perpleja con sus palabras.
Me dijo que no se podía ni imaginar "que en el mundo hubiera eso, que niños pequeños tuvieran tan mala suerte y sufrieran tanto. Y encima ahora tan malita, porque si está en esta planta es que tiene algo gordo. Pero ahora tiene madre, y eso es lo más grande que tenemos, a nuestra madre" y miró a su madre con un cariño que me hizo llorar. No pude abrazarle por los aparatos que lleva pero le cogí la mano y le di las gracias.
Una lección de entereza y de amor de un niño de 9 años, que es capaz de ver el dolor ajeno y olvidarse del suyo.
Hola guapa,
ResponderEliminarLos hospitales nos hacen ver un mundo que hasta que no estamos allí nos es totalmente ajeno y no somos realmente conscientes de que existe. Desgraciadamente, yo me he tirado en la planta de oncología de un hospital muchos días y mi vida ha cambiado totalmente.
Espero que Carmen se ponga bien pronto y que esa preciosidad de niño marroquí se pueda ir a casa con su mamá y disfrutar de la vida. Aún son muy pequeños para pasar por estas cosas...
Bicos
Que personas mas grande nos rodean y muchas veces pasan desapercibidas a nuestros ojos...
ResponderEliminarGracias Hassan por esa entereza ante la vida, Animo pequeña, que pronto te den buenas nuevas, animo mama ..
besos
isa
Como no iba a hacerte llorar... si me ha hecho llorar a mí que no estoy delante... que ternura de niño, se merece que la vida le vaya bien, igual que se lo merece Carmen y todos los niños de este mundo.
ResponderEliminarSaludos.
Laura.
Ufff.... pues yo no lloro... más que nada porque estoy en el trabajo...
ResponderEliminarUn abrazo.
Mucho ánimo, te apoyo
ResponderEliminarAda