Esta entrada me va a costar escribirla. Espero que mi experiencia os sirva.
Ya he dicho que el tema del apego ha sido lo que más me ha preocupado de todo el proceso de adopción. He leido mucho sobre ello, sobre la importancia de hacerlo bien, de que sea un vínculo seguro y fuerte, y sobre como hacerlo bien. Cuando nos entregaron la pre-asignación de nuestra hija y supe que tenía casi 3 años me alegré infinitamente de estar bien preparada. Por que digan los que digan los "enteradillos" no es lo mismo un bebe de meses que un niño de casi 3 años.
Yo tenía clarísimo como quería (y debía) actuar y estaba firme y decidida a hacerlo así. He de decir, como inciso, que mi marido durante los 4 años de espera ha dejado que fuese yo quien leyese. A veces me decía que leía demasiado, a lo que yo contestaba que así estaría preparada para cualquier cosa. También he de añadir que toda la familia de mi marido vive en una provincia diferente a la nuestra, a unas 3 horas largas (¿o debería decir 3 largas horas?)de viaje.
Y dicho esto, sigo (uff, que difícil, se agolpan las ideas, los recuerdos y muchos, muchos sentimientos)
Despues del viaje yo quería quedarnos en casa, solos, y empezar a acoplarnos los 3 juntos a nuestra nueva situación, especialmente la niña. Ella se tenía que hacer a nosotros dos, a su nueva casa, cuarto, entorno.... Y, por supuesto, todo esto en un aislamiento voluntario, recomendado por profesionales y expertos, y necesario. Cada vez estoy más convecida de que era necesario. Mi necesidad de compartir a mi hija en aquel momento era cero. En cambio la de mi marido era de 20 sobre 10.
Desde el momento de la entrega todo fue muy fácil, demasiado fácil. No lloró ni en la entrega ni despues, no protestó por nada en los 15 días de viaje, no nos extrañó, sonreía ... todo demasiado perfecto. Yo tenía muy claro que tenía salir lo normal, es decir, lo malo.
Nada más llegar a casa (un viernes por la noche) nos fuimos (el martes por la mañana) a que la familia de mi marido disfrutase de la cría. Yo lo pasé fatal. Veía como todo a nuestro alrededor era exactamente lo contrario a lo que yo quería, creía y necesitaba.
Una cosa (llamemosle manía) que hacía mi hija era echarse a los brazos del primer adulto que la sonreía o, para llamar la atención, se lanzaba y se abrazaba a las piernas de alguien. Yo lo veía como un claro sintoma de que no había ni atisbo de apego ni de referente alguno. Primera medida que tomo es pedirle a todo el mundo que no la cojan, que no la reciban cuando haga esto. A medida que tenga un referente (que deben ser sus padres) y empieze a apegarse, ella sola distinguirá a quien debe o puede echarle los brazos y a quien no. Batalla perdida. A cada uno que le echaba los brazos la cogía, y no sólo la cogía, sino que se convencían de que la niña les reconocía como .... tío/a, primo/a, abuelo/a. Me faltaba tiempo para quitarsela a quien fuese. Además no me cortaba un pelo y les decía que fuesen bobos, que la niña le hacia eso a todo el mundo, que ella no conocía a nadie. Mi madre, no le bastaba con cogerla cuando la niña ñe echaba los brazos, la abrazaba y la besaba a pesar del claro rechazo de la niña, obligándole al abrazo. Y se convencía de que a la niña le gustaba (a día de hoy empieza a tolerar a mi madre, pero pasa de ella olímpicamente. Estoy convencida de que es por aquellos abrazos). Con mi madre tengo una confianza que no tengo con la familía política, así que le prohibí terminantemente coger a la niña, achucharla, besuquearla... muestras de cariño excesivas, ni una. El cabreo fue monumental, me dijo que eso eran tonterías mías. Ahí le corté en seco y le dije que vale, que puede que fuesen tonterías, pero eran MIS tonterías y era MI hija, y no cabía más discusión.
En el pueblo de mi marido estuvimos sólo 3 días aunque íbamos para una semana. Me vió pasarlo tan mal que prefirió volver a casa. No pasábamos ni media hora los 3 en familia. Todo el día rodeados de adultos llenos de ansiedades y necesidades haciendo suyo lo que aún no era ni siquiera mío... muy difícil.
Una amiga me dijo que estaba demasiado demasido tensa, que la niña me estaba agobiando y que eso no podía ser. Que mal me sentó. A mí mi hija no me agobiaba, ni me hacía estar tensa. Me agobiaban y me hacían estar tensa los adultos y sus actitudes.
Igual que me sentaba fatal que me dijeran que la niña "sabía perfectamente quien era su madre" sólo porque me llamaba "Mamá". Pero nadie quería ver que para ella "Mamá", y hubiese sido lo mismo Pepita o gatita o sartén, pues era una palabra vacia de significado o sentido.
Me sentaba fatal que le piedieran besos, besos que yo no le pedía.
Me sentaba fatal que la asaltasen para abrazarla con fuerza cuando ella no quería (sigue sin gustarle).
Me sentaba fatal que se tomasen el derecho de llevarse a la niña sin decirme nada.
Me sentaba fatal que le preguntasen "¿cuanto quiere la niña a ..... (abuelo, tío, etc) ?" cuando mi hija no nos demostraba afecto ni siquiera a sus padres.
Me sentaban fatal tantas cosas... he de reconocer que me siguen sentando fatal. La diferencia es que ahora me importa un rábano que me miren mal cuando lo corto por lo sano. Al principio me sentia como una arpía, como una bruja piruja que tenía que imponerme por encima de las opiniones de los demás.
Hasta que reflexioné mucho sobre lo que me estaba pasando y lo que estaba haciendo. Y me reafirmé. Me explico.
La adopción de nuestra hija es algo que decidimos, asumimos y llevamos a cabo mi marido y yo. Nadie más intervino en esto. De las opiniones que me dieron al principio, algunas hubiese preferido no haberlas oido nunca. Nosotros decidimos ser padres, aceptamos a nuestra hija cuando llegó la asignación y la adoptamos. Nadie más ha intervenido en eso y no quiero que lo hagan ahora. Yo decidí hacerlo y yo decido como quiero hacerlo. Y no hay más que hablar.
Cuando Xiao sepa ser hija, sepa que su padre y su madre son su familía. Cuando yo la sienta segura aquí y con nosotros. Cuando yo sienta que confía en sus padres. Cuando ella sepa discernir que es cariño de verdad y que es juego (o chantaje). Cuando yo sienta que estamos preparados. Sólo entonces empezaré a levantar barreras. Y digo EMPEZARÉ; poco a poco irá entrando gente en su vida, familía extensa y amigos.
Esa barrera ya se va levantando; por supuesto que ya hay gente en su vida. Están en nuestro entorno y en su vida diaría; pero sin presión, con naturalidad. Esa es la palabra: CON NATURALIDAD.
Mi gran error: no dejar las cosas muy, muy claras antes de tenerla. Debería haber advertido de que esas barreras iban a estar ahí. Como no lo hice se las saltaron y cortar a posteriori es más dificil y más duro.
Mi consejo: Dejad las cosas muy claras desde ya, con dureza si es necesario. Es muy importante que os respeten y respeten vuestras decisiones. Pero sobre todo haced lo que os haga sentir seguros.
En mi caso han influido muchos condicionantes y soy muy consciente de ellos (no viene al caso hablar de ellos, cada familia tiene los suyos). Cada casa es un mundo y esto de las relaciones es muy, muy subjetivo.
Sé que escribir sobre mi experiencia es muy complicado, por lo largo lo primero y por la cantidad de matices por otro. Por eso os ofrezco si queréis hablar conmigo sobre ello contactadme y quedamos o nos damos teléfonos o lo que sea. A veces es más fácil decir que escribir.
Mi correo carmencarmen09@gmail.com
Hola carmen, muchas gracias por contarnos vuestros dos primeros meses... creo que la experiencia de los que váis delante nos ayudará a los demás.
ResponderEliminarTomo tu palabra y si algun rato tengo dudas... (aunque todavia me queda rato para la asigncaion) no dudaré en escribirte.
Un beso.
Laura.
Es un tema que he pensado mucho, y ahora lo veo escrito.
ResponderEliminarMe va a costar mucho poner esas barreras, pero creo, como tú, que crear apego es necesario.
Cuando nos reunamos con nuestra hija tendrá cuatro años y medio, y toda la vida ha estado en un orfanato.
Creo que va a ser duro.
Me quedo con tu mail por si necesito hablar contigo
Un abrazo muy fuerte
mar
Carmen a mi me pasó lo mismo, ánimo. Muchos besos
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