Desde que dimos el primer paso para adoptar a nuestra hija me he leido todo lo que me ha dado tiempo. Y me ha dado mucho tiempo de leer en 4 años. Me preparé a conciencia para cualquier problema que pudiese surgir, desde que nuestro expediente estuviese traspapelado (ha pasado alguna vez) y no llegase la asignación o tener un encuentro terrorifico o .... No os podési imaginar la cantidad de cosas que pueden pasar y yo pensaba que debía estar preparada para lo peor y que, si me tocaba, no me pillara desprevenida. Pero no me pilló; nuestra asignación llego en su momento, el encuentro con la niña fue de película (por lo inusitadamente bueno).... todo ha ido bien o mejor.
Pero lo que más me ha preocupado y más he mimado y cuidado (y sigo haciéndolo) es el apego. Y he leido mucho y me he preparado a conciencia para hacerlo bien. Estamos en el buen camino, no creo que tal y como llevamos el viaje nuestro tren descarrile, pero no tenemos todo hecho. Aún falta.
En estos 6 meses mi hija he mantenido nuestro círculo cerrado casi herméticamnete. No he dejado mucho espacio para entrar a nadie, ni abuelos, ni tíos, ni amigos. Xiao necesitaba tener un referente, aprender a tener un padre y una madre y qué significa ser hija. Por supuesto no todos se lo han tomado bien; diría más bien que hay quien se lo ha tomado muy mal, los más cercanos. Me ha importado un bledo, sinceramente. Sigo con la barrera bajada y no la voy a subir de golpe. Poco a poco ella misma va eligiendo y se va encariñando con más gente.
La siento cada vez más apegada. Ese vínculo sano, de seguridad y cariño se ha establecido y ahora toca hacerlo fuerte y definitivo. Ella tiene clarísimo que puede recurrir a mi cuando algo pasa o simplemente si necesita un beso. Ahí está siempre Mamá. Y eso es una de las cosas que más ha escocido a los cercanos, que Mamá nunca les ha dejado consolarla, darle los mimos cuando los reclamaba o simplemente darle de comer. No, eso lo hacemos, al menos de momento sólo Papá y Mamá.
Esta mañana una señora me ha dicho una cosa por la calle que me ha llenado de orgullo y de alegría. Como le bajó la fiebre nos hemos ido a una librería a recoger unos cuentos que tenía encargados. Llevaba a la niña en brazos, pues aún sin fiebre está muy mimosona y tristona. Se me ha abrazado al cuello y ha pegado su mejilla a la mía, fuerte, fuerte, como dice ella. Y así ibamos caminado, las dos mirando al frente con las caras pegadas cuando me ha parado una señora y me ha dicho que pocas veces en su larga vida había visto una estampa tan linda, viendo el cariño que la niña tenía por mi y yo por ella. Me ha felicitado y ha seguido su camino. Que se note mi cariño por ella no me emociona, pero que un extraño note el cariño que mi hija siente hace mi.... uff me ha dado un subidón de los grandes.
Sí, estoy cada vez más convencida de que estoy haciendo lo correcto, le pese a quien le pese.
(He de confesar que he achicharrado la cena mientras escribía el post. Parece que viene una musa y se va otra)
Me alegro de que estéis mejor!! El tema del apego a mí también me obsesiona un poquito, y sé que hay que hacer las cosas cómo tú las estás haciendo... pero he de reconocer que no sé cómo llevaré el consecuente mosqueo de los más cercanos (evidentemente, los menos cercanos me importarán un bledo).
ResponderEliminarEnhorabuena por ser tan constante!!
Un abrazo.
TE admiro, porque aunque yo tambien tengo claro que voy a bajar la barrera... no sé si sabré hacerlo.
ResponderEliminarLaura.
Os aseguro que no es fácil. Yo al principio tropecé hasta con el mosqueo de mi marido. Al principio para él todo parecía que iba sobre railes; con el paso de los días y los meses se ha dado cuenta de que yo tenía razón y que es así como vamos por el buen camino.
ResponderEliminarPronto escribiré sobre aquellos 2 primeros meses. Fueron durísimos.
Te agradeceré si escribes sobre ello... seguro que nos ayuda a aprender.
ResponderEliminarLaura.