Ayer tuve un encuentro fortuito y afortunado. Asistí a una reunión que organizaba un familiar; la casualidad me sentó frente a una mujer que desde el primer momento me sedujo. Mirada cálida, cargada de armonia, de paz, conversación fluida, divertida.... un placer charlar con ella. Como este texto va sobre su historia, la llamaré Sara, por ponerle un nombre.
La conversación del grupo nos llevó, a través de muchos temas, a mi hija, a su adopción, a su operación, a su lesión medular.... al racismo, a los orígenes..... a la búsqueda..... no todos los asistentes eran profanos en adopción y el tema dió bastante de sí. Opiniones, posturas, criterios.... especialmente los míos como madre adoptiva.
Sara se levantó de la mesa y se acercó a la piscina, jugando con los niños. Desde lejos me llamó. Nos sentamos en el borde de la piscina y, con los pies en el agua, me dijo que al oirme hablar de mi hija había sentido ganas de contarme su experiencia. Y me soltó un "yo abandoné a un niño" a bocajarro.....y me contó su historia; me contó como vivió y como vive el abandono de su hij@; me contó una historia absolutamente diferente a lo que leo y oigo, a lo que yo podía imaginar. Esta es la historia:
A finales de los 70 Sara era una cría de 16 años, de familia acomodada, situada en una buena posición en la escala social. Se quedó embarazada del amigo de su hermano mayor, un muchacho de edad parecida y en el mismo escalafón social que ella. Saber que estaba embarazada y sentirlo, le convirtieron en adulta de un bofetón. Tenía que tomar decisiones, tenía que pensar, que ser responsable, que madurar. La primera decisión fue conseguir el dinero necesario para ir a Londrés, que entonces era la única posibilidad segura de abortar. Pero no consiguieron el dinero. Las semanas pasaban rápido y las familias de Sara y de su novio se enteraron de la noticia. Sara no tuvo unos padres furiosos y avergonzados. Se pusieron a su lado y trataron de ayudar. El aborto ya no era una posibilidad por lo avanzado de la gestación, así que las decisiones seguían esperando a ser tomadas. Aunque Sara la tenía clara, no quería ser madre, no quería tener aquel hij@, no quería. Sus padres se movieron. Contactaron con un amigo, abogado. Y a través de él con una monja de la Clínica Sta. Cristina; sí, esa de la que tanto se habla.
Según Sara esta mujer les explicó, a sus padres y a ella, como funcionaba el proceso. Ella ingresaba en una residencia hasta el parto si lo deseaba. Una vez nacida la criatura se entregaba a una familia que estaba en lista de espera. Sara aún tendría 6 meses para cambiar de opinión. La familia que presentó a Sara a la monja estaba es la lista de espera y, al llevar a una mujer que renunciaria a su hijo, pasaban al los primeros puestos de la lista, con la única condición de que no era al bebé de la presentada al que adoptarían. Y así fue. La familia amiga adoptó a una niña un par de meses despues de que Sara pariera en Sta. Cristina. Y seis meses despues de parir firmaron la renuncia definitiva. Parió una criatura un verano de finales de los 70. No sabe si fue niño o niña por que pidió que no se lo dijeran. Se lo entregaron, ya vestido, unas horas despues del parto y lo tuvo unos instantes en brazos. Ni siquiera entonces se arrepintió de su decisión, sentía que no era suyo y estaba convencia de hacer lo correcto. No había marcha atrás.
Más que su historia me interesaban sus sentimientos, así que pregunté abierta y directamente. Sus palabras literales fueron: "nunca fui la madre de esa criatura, ni lo fui, ni lo soy. Desde el momento que decidí que no quería ser su madre, dejé de serlo". El tiempo pasó, su novio y ella dejaron de serlo. Sara estudió una carrera, conoció a una persona y formó una familia. Tiene 3 hijos. Tanto su marido como sus 3 hijos saben la historia.
Cuando le pregunté que pasaría si su hij@ estuviera buscando me dijo que aceptaría verl@, que ella no tendría ningún incoveniente en verl@, en contarl@ la historia, lo que pasó y como pasó. Pero que ella no encontraría nada, por que no busca nada, como en ella no encontraría una madre. Su decisión fue la que fue, y no se arrepiente. No sabe si hizo lo mejor o lo peor; hizo lo que en aquel momento creyó que tenía que hacer. Aunque me aclaró que no le gustaría, que no forma parte de su vida y no le gustaría que "se colara por la puerta de atrás".
Le pregunté también si le echaba de menos, si se acordaba de ese niño: "una vez sentí una punzada...... ¿de dolor?..... no lo sé", me dijo, y fue cuando nació su hijo el pequeño, por que vió la carita de aquel al que parió un verano de finales de los 70.
Me decía que si hubiera abortado hubiera sido más cómodo, por que 9 meses sabiendo que no es tuyo, que no lo quieres, son difíciles, que lo pasó muy mal.
Sobre la palabra abandono me dijo que son apreciaciones de un lado u otro de la historia. Que es lo que hizo, entregarlo a otros abandonandolo ella.
Ayer Sara me rompió el mito de la madre sufridora de su decisión, de la madre dolida y arrepentida. Ayer una mujer, mirándome a los ojos, me dijo que ella no se sentía de ninguna manera madre de un niño al que parió, que no le dolía haberlo abandonado. Y aún no lo he procesado.....
Según Sara esta mujer les explicó, a sus padres y a ella, como funcionaba el proceso. Ella ingresaba en una residencia hasta el parto si lo deseaba. Una vez nacida la criatura se entregaba a una familia que estaba en lista de espera. Sara aún tendría 6 meses para cambiar de opinión. La familia que presentó a Sara a la monja estaba es la lista de espera y, al llevar a una mujer que renunciaria a su hijo, pasaban al los primeros puestos de la lista, con la única condición de que no era al bebé de la presentada al que adoptarían. Y así fue. La familia amiga adoptó a una niña un par de meses despues de que Sara pariera en Sta. Cristina. Y seis meses despues de parir firmaron la renuncia definitiva. Parió una criatura un verano de finales de los 70. No sabe si fue niño o niña por que pidió que no se lo dijeran. Se lo entregaron, ya vestido, unas horas despues del parto y lo tuvo unos instantes en brazos. Ni siquiera entonces se arrepintió de su decisión, sentía que no era suyo y estaba convencia de hacer lo correcto. No había marcha atrás.
Más que su historia me interesaban sus sentimientos, así que pregunté abierta y directamente. Sus palabras literales fueron: "nunca fui la madre de esa criatura, ni lo fui, ni lo soy. Desde el momento que decidí que no quería ser su madre, dejé de serlo". El tiempo pasó, su novio y ella dejaron de serlo. Sara estudió una carrera, conoció a una persona y formó una familia. Tiene 3 hijos. Tanto su marido como sus 3 hijos saben la historia.
Cuando le pregunté que pasaría si su hij@ estuviera buscando me dijo que aceptaría verl@, que ella no tendría ningún incoveniente en verl@, en contarl@ la historia, lo que pasó y como pasó. Pero que ella no encontraría nada, por que no busca nada, como en ella no encontraría una madre. Su decisión fue la que fue, y no se arrepiente. No sabe si hizo lo mejor o lo peor; hizo lo que en aquel momento creyó que tenía que hacer. Aunque me aclaró que no le gustaría, que no forma parte de su vida y no le gustaría que "se colara por la puerta de atrás".
Le pregunté también si le echaba de menos, si se acordaba de ese niño: "una vez sentí una punzada...... ¿de dolor?..... no lo sé", me dijo, y fue cuando nació su hijo el pequeño, por que vió la carita de aquel al que parió un verano de finales de los 70.
Me decía que si hubiera abortado hubiera sido más cómodo, por que 9 meses sabiendo que no es tuyo, que no lo quieres, son difíciles, que lo pasó muy mal.
Sobre la palabra abandono me dijo que son apreciaciones de un lado u otro de la historia. Que es lo que hizo, entregarlo a otros abandonandolo ella.
Ayer Sara me rompió el mito de la madre sufridora de su decisión, de la madre dolida y arrepentida. Ayer una mujer, mirándome a los ojos, me dijo que ella no se sentía de ninguna manera madre de un niño al que parió, que no le dolía haberlo abandonado. Y aún no lo he procesado.....
A mi no se me cae ningún mito leyendo esta historia, porque tengo clarisimo que hay muchas Sara en el mundo,yo creo que las circunstancias que llevan al abandono son tan distintas como personas hay en el mundo, por lo que los sentimientos hacia ese abandono tambien deben ser distintos.
ResponderEliminarPienso que no es lo mismo un abandono voluntario, meditado durante 9 meses, siendo de una familia de bien, con dinero y que podria perfectamente permitirse mantener ese bebé... por lo que el abandono es egoista puramente, por no querer perder esa juventud que tenia Sara en ese momento o por la razón que fuera, pero egoista.... no es lo mismo que el abandono que puede haber tenido que vivir una madre ante la imposibilidad de mantenerlo o simplemente ante la posibilidad de que si se lo queda morirá enfermo... o tener que abandonarlo por culpa de un régimen dictatorial en el que hay unas leyes que vas a romper si te quedas con ese hijo.
Lo importante, creo yo, es no generalizar, nunca, en nada.
Laura.
Estoy completamente de acuerdo con Laura, no se puede generalizar. Desde luego tampoco debemos caer en el maniqueísmo: todas las madres que dan a sus hijos en adopción (o les retiran la custodia) son buenas nial contrario...
ResponderEliminarUn abrazo, familia!
Quizá no he estado acertada con el título de la entrada. Pienso que abandonar a un hijo, sean cuales sean los motivos que llevan a tomar esa decisión, no es en ningún caso un acto altruista. Es mi opinión.
ResponderEliminarPero siempre nos enseñan a mujeres arrepentidas, añorando al hijo abandonado, buscando justificación para su acto en una sociedad, un sistema, una situación..... en una monja perversa que convencía con engaños y artimañas..... ayer me contaron otra versión de esa historia. Y pude ver una parte de la historia que no nos suelen enseñar.
No soy partidaria de generalizar, en este mundo hay de todo como en botica.
Gracias por esta historia Xiao. Si no te importa te la enlazaréen mi blog
ResponderEliminarClaro que no, María. Puedes enlazarla.
ResponderEliminarAquí va mi post dedicado al tuyo :o)
ResponderEliminarhttp://reeducandoamama.blogspot.com/2011/08/las-otras-caras-de-la-realidad.html
Ay, he terminado llorando...
ResponderEliminarCada mujer y sus decisiones son distintas y por motivos varios. Pienso que si de verdad no quería ser su madre mejor entregarla a alguien que sí quería.
Si de verdad no se arrepiente me alegro por ella, en el sentido de que debe ser un peso muy grande y doloroso arrpentirse de algo así.
Casi se me saltan las lágrimas... me rompe el corazón pensar que una madre no quiera a su hijo, es algo que no me entra en la cabeza sea cual sea su edad o situación personal, ni puedo ponerme en la situación de un hijo que sabe que su madre abandonó a su herman@...
ResponderEliminarEn todo caso espero que a ese bebe le hiciese un favor, seguro que así fue...
Es un lado más de las muchas historias que hay detrás de cada persona. No podemos analizar poniéndonos en ese lugar porque el nuestro, tal vez sea muy distinto, pero sí conocer esta parte de la historia de esta mujer y de sus sentimientos. Gracias por hacernos partícipes.
ResponderEliminarYolanda.
Mi madre biológica, fué una Sara.
ResponderEliminarMis padres me explicaron una historia muy parecida sobre la que fué/es mi madre biológica procedente de una "buena familia" de Navarra.
Como hija, he pensado mucho en ello. He pasado por el enfado, la tristeza, la rabia, la comprensión, la frustración...y ahora soy una mezcla de sentimientos que ha dado lugar solo a la curiosidad. Pensar en lo que pudo ser, pq siempre se da por hecho que la adopción fué lo mejor. Pues lo siento, pero no, no siempre es así. Sufrir de niña la frustación de una madre que no puede serlo y que se ve "obligada" a adoptar, no es lo mejor para un niñ@ que durante el embarazo no era ni querida ni deseada. Pero eso solo es un lamento personal.
Ya que la madre habla con libertad, yo también quería dar mi testimonio personal. Lo siento pero no, siempre es tan fácil.
Mi nombre es Eva,
gracias!
Vaya... a mí, no es que me haya sorprendido esta historia, no me sorprende en absoluto pero me entristece... Y no, no hay que generalizar pero creo que esta historia es minoritaria, no nos explican este tipo de historias por muchas razones (imagino que no "vende") pero tampoco creo que sea así en la mayoría de los casos.
ResponderEliminarY no siempre es una acción altruista, la de abandonar a un/a hij@, pero bajo mi punto de vista hay casos en los que estoy segura de que sí lo es. Pero como bien habeis comentado, cada caso es diferente y existen infinitas razones y sentimients que nos llevan a comportarnos de maneras muy distintas. Y por eso no podemos juzgar sin conocer cada historia profundamente...
Si no te importa lo pongo en mi blog. Es muy interesante este punto de vista aunque no lo comparto.
ResponderEliminarNo conocía tu blog. Es muy bueno.
Abrazos.
http://adoptaextremadura.blogspot.com/
"Yo, con todos mis respetos por los sentimientos de Eva, no los comparto. Mi sentir es completametne diferente y también quiero dejároslo aquí, donde os encontrais tantas madres adoptivas.
ResponderEliminarNunca he sentido ni resquemor, ni odio, ni enfado por mi madre biológica. Mi infancia la recuerdo como una época cálida, amorosa, luminosa, llena de la presencia de mi madre, sobretodo, de mi padre y de mis abuelos (uno vivía con nosotros). Nunca me he sentido abandonada. Por el contrario, siempre he sabido que era queridísima y muy deseada. Siempre me hablaron de mi adopción (a pesar de no ser un tema que les gustara) con sinceridad y siempre he sabido que fui adoptada, como, donde y cuando. Nunca he sentido ninguna frustración en mi madre por no parir hijos. Tal vez, para cuando yo llegué, ella ya había elaborado su duelo y a mi pregunta, un día, si le dolía haber tenido que adoptar me dijo: Mira, yo lo que quería es SER MADRE. Me daba igual como. Ahora tu eres mi hija y yo la mujer más feliz del mundo. El mensaje que me llegó es: ahora todo está bien. Ha habido un final feliz.
2ª Parte
ResponderEliminarA veces pienso en por qué yo no me siento como Eva y otros adoptados, en donde está la clave. Con el corazón en la mano, creo que es, fundamentalmente, por mi madre. Sin querer quitar importancia a mi padre en mi vida, pero una madre es una madre. El bebé recién nacido necesita a su madre y cuando le separan de ella le producen la llamada "herida primal" A partir de ahí esta herida se agravará y se hará cada vez más grande o se curará. Creo que mi madre, gracias a su enorme deseo maternal que le hizo romper un montón de convencionalismos, consiguió curarme la mía. Ella me hizo suya desde el momento en que me cogió en brazos. A partir de ese momento me cogió "demasiado", me mimó "demasiado", estuvo "demasiado" conmigo. Le echaban en cara que no me dejara ni a sol ni a sombra, que me iba a echar a perder, que yo sólo la quería a ella...... pero por suerte, y a pesar de sentirse culpable, ella hizo caso a su instinto más profundo y me dio exactamente lo que necesitaba: mucho cuerpo maternal, mucha presencia, mucho calor.
Estoy convencida de que es la unión con su nueva madre, la intensidad y calidad de la misma, la que cura la herida primal de los hijos adoptados, incluso aunque no sean adoptados de bebés. La figura de la madre es la figura primal y sólo a partir de ella se pueden dar los pasos siguientes y comenzar el apego con el padre y el resto de la familia (igual que lo haría un bebé recién nacido)Creo que mi madre y yo conseguimos el apego madre-hija "correcto" (por decirlo de alguna manera) y por eso yo no tengo ningún vacío.
Yo sí siento que la adopción fue lo mejor. Estoy convencida de que lo más probable es que mi madre biológica haya sido una Sara y por eso no tengo ninguna duda: un bebé necesita una madre amorosa y que le desee y siempre estará mejor con una mujer que cumpla este papel aunque no lo haya parido que con una que no lo cumpla aunque lo haya parido.
Supongo que llegar al grado de intimidad, conexión y sentimiento que tenemos mi madre y yo no siempre ocurre. Pero no sólo en la adopción; yo conozco madres-hijos muy biológicos que no tienen ni de lejos el grado de apego que tenemos nosotras dos. Lo que ocurre es que, cuando esto ocurre con un hijo adoptado, la herida primal se habrá agravado y la figura de esa madre ausente que rechazó está ahí, como un fantasma........ es como si el adoptado hubiera sufrido dos abandonos: el primero por su madre biológica y el segundo por su madre adoptiva, de la que tampoco consigue lo que necesita y con la que no consigue conectar debidamente.....
Paro ya que menudo rollo os he metido..... pero quería hablaros también de mis sentimientos y de porqué creo que conmigo ha sido así: mucha maternidad, mucho deseo maternal, mucho cuerpo maternal (incluída teta con abrazos, besos mil, colecho...), mucha presencia, mucho amor y mucha demostración de ese amor ....... para que nazca el vínculo que nace de manera natural en el vientre materno, pero que también se puede destruir tras el nacimiento..... para renacer con la madre definitiva y definitivamente. "
Soy Eva,
ResponderEliminarMaría yo me alegro mucho de que tu vida haya sido así, es mas, me produce una sana envidia y creo que es lo mas deseable en todos los casos. Yo jamás, intenté sobreponer mi experiencia a otras, solo quise dar a conocer otra cara de la moneda. Mi padre me ha querido y me quiere como una hija, pero mi madre jamás pudo olvidar que no lo pudo ser por medios propios y que yo era algo extraño en su vida, aunque a su manera me quiso. Eso es solo pq ella era así, lo que no significa que todas lo sean.
No soy una persona amargada ni nada de eso, solo quise hacer una reflexión sobre esa parte de niños que tienen doble mala suerte. Pero la vida es así. Nos toca vivir unas situaciones que nosotros no podemos modificar, pero en lo que respecta a mi vida en relación con los demás yo soy muy diferente.
El reflexionar tanto y sentir tantos sentimientos también ha hecho que comprenda mas las cosas y jamás ha sido mi intención poner una losa sobre el hecho de adoptar, es mas considero que es la mejor de las opciones.
Todos merecemos a alguien que nos quiera por lo que somos, de forma , libre y sin sentirse obligado. El amor no se puede imponer a nadie, se regala y se da sin más a quién uno quiere.
Gracias!!
POr supuesto, Eva, en ningún entendí tu historia como si dijeras que "siempre es así" Lo único que quise es contar también la mía. Las dos historias son importantes para las madres adoptivas que leen este blog. Ellas están intentando serlas mejores madres para sus hijos y creo que nuestros testimonios ayudan: si una madre no ha elaborado el duelo de la esterilidad pero no era consciente es posible que se lo plantee al leer tu testimonio, u otra madre se siente culpable por "mimar" a su niño con colecho, por ejemplo, se sentirá respaldada por el mío. O si alguna desea dar el pecho pero no se atreve..... ahora sabrá que es un deseo natural y que puede hacerlo..... tantas cosas podemos contarles para que no caigan en los errores de nuestros padres y también aprovechen sus aciertos......
ResponderEliminarEsto tiene que ver más con atreverse a expresar la debilidad propia en una sociedad en la que si lo haces parece que faltas al respeto a alguien y con el carácter de cada uno que en parte, se hereda por ADN, no con una mejor o peor calidad de apego con la familia que te adopta. También el periodo perinatal es importante.
ResponderEliminarMe gusta leer el relato, lo veo lógico, estamos hablando de una niña de 16 años. ¿Quién narices no querría abortar a esa edad? Desde luego que en estos casos, la solución (para la mujer) del abandono es la más dolorosa. Es más fácil abortar. Es rápido y temprano en la gestación. El niño no sufre una experiencia dolorosa que le marcará de por vida, ni ella tampoco vive el infierno de los 9 meses razonando consigo misma que no es su madre y fastidiada por no haberlo podido parar a tiempo.
¿Cuántos adoptados minimizan o no exploran realmente su vivencia y experiencia de privación y abandono? ¿cuántos no reconocen la pérdida porque es demasiado dolorosa tan siquiera para pensar en ella? incluso hablar de esa palabra tabú para nuestra generación pero necesaria para ser adoptado: ABANDONADO.
La adopción del hijo de Sara fue irregular como otras tantas de la época, al estilo Sta. Cristina. A Sara igual le daba lo mismo porque el fin último era el que le importaba ¿pero quién ha protegido a ese bebé que no se deseaba que naciera? que aún a pesar de ello, nació, sufrió un rechazo siendo feto por parte de su madre, después un abandono y ahora vivirá más o menos aceptablemente lidiando con esa pérdida y la falta de comprensión?
Lo grave de esto es la incapacidad de los hijos de acceder a su información personal, la de ellos, su pasado, sus orígenes por culpa de una tramitación nada transparente (y no suele tener que ver con la voluntad o falta de ella de las madres en darlos o no en adopción) Sigue pasando: Etiopía, Vietnan....etc... Derechos de la infancia vulnerados.
Me encanta la historia muy pedagógica, muy parecida a la forma de expresarse de muchos adoptados de la misma generación.
Soy la misma de antes, me falta añadir una cosa. Quizás con mayor pedagogía para la triada adoptiva, se llegue a entender por las tres partes y con esto a aliviarse, que lo que se busca (lo que busca un adoptado) no es una relación de madre e hijo, más que nada porque familia ya tiene, sino comprender su pasado sin reproches.
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